Amos Oz escribe sobre el conflicto Israel-Palestina y acusa a ambos bandos de tergiversar acuerdos y hacer todas las trampas posibles para borrar al otro del mapa: “los verdaderos “criminales de Oslo” se encuentran en ambos bandos. Son todos esos que hablaron de un compromiso histórico pero, en realidad, siguieron pugnando por someter al otro. Las lecciones de Oslo son, pues, más simples y mucho más acerbas de lo que desearían hacernos creer los incitadores y demagogos de uno y otro bando. Para hacer las paces, además de habilidad, astucia, prudencia y conocimiento del mundo, se necesita mucha, muchísima buena fe. Sólo aquel que acepte sinceramente el hecho de que su diminuto país es la única patria de dos pueblos heridos, sólo él será capaz de emprender el largo camino hacia la cicatrización y la convalecencia.”
Los crímenes de Oslo.