José Marzo: “Las palabras que no huelen no significan nada, y las que equivocan su olor acaban oliendo tan sólo a papel podrido. Un diccionario radical debería devolver a las palabras su olor.” Sí, estoy de acuerdo. Porque hay tiempos en que las palabras se nos escapan; alguien con el suficiente poder empieza a usarlas de otra manera y de repente tienen un sentido nuevo. Ocurrió con la palabra Paz hace poco. En Alemania, después del año 45, había palabras que antes del 33 eran de lo más normal, pero ya no se podían usar. No es que dejaran de oler, como dice Marzo, en ese caso apestaban, pero a otra cosa. De ahí que Adorno anunciara que la poesía ya no era posible.
Un diccionario radical.