Sólo queda la protesta y la información. Que cada uno de nosotros utilice sus medios (en último término la palabra) para decir todo lo alto que pueda que no nos toman el pelo, que no todo nos vale, que somos muchos los que percibimos las maniobras distractivas y adormecedoras para ocultar la inoperancia y la incapacidad, que no están limpias las playas, que no están limpios los fondos, que no hay pesca y que sigue saliendo fuel del cadáver de hierro que seguirá, al menos, pudriéndose un año más: “Tal estado de cosas suscita incluso dudas sobre si ésta es la solución definitiva para el barco causante de la mayor tragedia ecológica de la historia de España. Y como telón de fondo siguen las restricciones presupuestarias.
Manuel Fraga ha tenido que pedir aclaraciones a Repsol, tras comprobar que se habla sólo de construir una marquesina sobre los restos del barco, cuando hay dos pecios, separados por más de un kilómetro.
«Supongo que se harán dos», calculó Fraga. «Ya veremos», le respondieron. En juego: 50 millones de euros.”
El culebrón del Prestige es artículo de
José Luis Gómez. Con más motivos,
seguimos pidiendo responsabilidades.