Sinceramente, el estilo de
El elector mutante, de
José María Carrascal me parece torpe y didáctico en exceso, pero no he encontrado otro columnista que trate este tema que me parece interesante: el de los cuarenta y tres mil votantes que eligieron a Gallardón pero no a Esperanza Aguierre, es decir, que votaron al candidato, no al partido: “Es ésta una noticia poco agradable para los partidos y muy tonificante para nuestra democracia. A los partidos no les resultan nada simpáticos los electores mutantes, por razones obvias. Ese hombre o mujer con criterio propio, que ante cada elección no vota por fe de carbonero, sino tras haber estudiado cuidadosamente personas y programas, decidiendo en cada caso qué candidato conviene al país, a la ciudad y a él o ella particularmente, se convierte en una auténtica pesadilla para unas formaciones políticas acostumbradas a tener una reserva de votos segura como una roca.” Y de paso, en lo personal supone que Aznar tendrá que tener muy en cuenta a Gallardón en la sucesión.