EEUU ha presentado una demanda en la Organización Mundial del Comercio contra la Unión Europea para obligar que ésta abra sus fronteras a productos transgénicos.
Alejandro Nadal explica que eso beneficia a las empresas biotecnológicas europeas, que están deseando que se abra el mercado. La comunidad científica, sin embargo, no se pone de acuerdo sobre la bondad de los transgénicos, y alega que “los riesgos son importantes y suficientes para que la carga de la prueba (de inocuidad) esté del lado de la industria biotecnológica y no de las agencias regulatorias. Cuando el interés público está involucrado, ese es el orden jurídico natural. La cautela en este terreno es conforme al principio precautorio consagrado en la Convención sobre Biodiversidad y el protocolo de Cartagena sobre bioseguridad.”
EU y el pepino de los consumidores.