Entre todas las cosas que no entiendo está la de cambiar los cambiar los nombres de las ciudades, los que siempre hemos usado por unos nuevos, traídos hasta aquí por la inoperancia intelectual de periodistas y funcionarios de exteriores. Oír o leer los nombres antiguos que les dabamos a ciudades de otros países todavía tiene algo de mágico, de viajero y sí, de literario. Con los nuevos no hay connotación, son estériles.
Julián García Candau: “El accidente aéreo en el que perdieron la vida sesenta y dos militares españoles que regresaban de Afganistán servirá, de nuevo, para que las agencias internacionales de prensa daten el hecho en una ciudad desconocida, aunque muy ligada a la literatura española y a nuestro habla con su nombre tradicional que no es otro que Trebisonda o Trapisonda, que de ambas maneras es reconocida. En el DRAE existe trapisonda, traspisondista y trapisondear y ello proviene del nombre del antiguo imperio de Trapisonda. La trapisonda es enredo, como el que constantemente crean las agencias. Una trapisonda es también el ruido marino del cruce de pequeñas olas en el cruce de corrientes y cabe decir, que la corriente lingüística en la que nos vemos sumergidos constantemente lleva a muchos a escribir Beijing por Pekín, Tbilissi por Tiflis, Goteborg por Gotemburgo y Vilnius por Vilna.”
Accidente en Trapisonda.
2003-05-28 13:54 bueno, a veces una tiene arrebatos y dice Mastrique, por lo mismo que dice Brujas, Malinas o Breda, por ejemplo, aunque empieza a ser batalla perdida… Saludos
2003-05-28 14:52 O Aquisgrán en vez de Aachen, aunque Aquis Grana era su nombre original :) Me gusta más Brujas que Brugge, La Haya que Den Haag, Lieja que Luik, Colonia que Köln, Tréveris que Trier, Alicante que Alacant (y menos mal que no le dejaron Hemeroskopion), Finisterre que Fisterra… lo veo como una cuestión puramente eufónica, pero supongo que tiene más que ver con la costumbre. ¿Os habéis fijado que a pesar de todos esos cambios, nadie en España dice London y siguen diciendo Londres?