Hoy es domingo de elecciones municipales en España. Eso significa —me refiero a todas las palabras de la frase anterior— que seguramente usted se levantará más tarde de lo habitual y que seguramente, sobre todo si está leyendo esto, antes o después de desayunar, o en el mejor de los casos desayunando, encenderá el ordenador y navegará un poco por las noticias y los comentarios digitales. Casi con toda seguridad su voto estará ya más que decidido, pero aún así es posible que le divierta leer el último esfuerzo de nuestros grandes Medios de Comunicación impresos por ganar votantes para sus causas: hay que votar a PP porque PSOE y IU son un poco rojos; hay que votar al PSOE porque Aznar es malo; hay que votar a Aznar porque la coalición es Felipe González; hay que votar a Pedro J porque los demás son muy malos; si deciden no votar a Anson, entonces voten a Aznar; hay que votar a los nacionalistas porque los nacionalistas son malos. En fin, después de esto, quizás lo más inteligente sea desintoxicarse un poco y leer algo que tenga un poco más de sentido: “por amplias que consideremos nuestras conquistas en el campo de la comunicación, todavía son inmensa mayoría los sistemas de comunicación que dejamos de percibir, pero sobre todo que no comprendemos rotundamente. La incidencia de esta descomunal ceguera y sordera resulta determinante para la generalizada y agresiva conducta de buena parte de los humanos hacia el resto de los seres vivos cuando, al menos, debería quedar un espacio para la sorpresa y, luego, para el respeto y la admiración.” La comunicación animal y Jane Goodall, de Julen Rekondo. Y ahora, eso sí, vayan a votar. Buenos días.