¿Qué le han prometido ya? ¿Al fin, después de tantos años, le van a poner la farola en la esquina, a ver si dejan de venir las parejitas? ¿De veras que les van a construir el pabellón de deportes? ¿Que van a hacer una cena semanal en el barrio para todos los drogadictos e indigentes?
Mariano Gistaín ejerce de analista político de la campaña electoral, eso sí, un pelín sarcástico, y cansado: “Podrían comprometerse a que dentro de cuatro años será habitual bañarse en el Ebro. Que se podrá ir en bici (sí, en bici) a alguna parte sin suicidarse. Los candidatos sobrevaloran a sus jefes. Prometen cosas que sus jefes jamás van a cumplir. Y si las cumplieran, ellos ya no estarían aquí, porque —según el modelo estandar&mdas; habrían sido ascendidos a las más altas pesebrías del estado. Lo bueno de las vallas es que sólo venden la foto, y así no hay que pensar. Lo malo es que a veces las retocan demasiado y el candidato parece mero spot de colágeno: esto es una antigüedad, lo que hay que retocar, en todo caso, es al candidato mismo. El photoshop es lo que tiene, que no afecta al original.”
Duplicar el I+D.