No siempre me gusta saber cómo se escriben las novelas, los cuentos, los poemas. Me ocurre que cuando ha pasado un tiempo de la escritura de un texto olvido el proceso, a veces a propósito. De todas maneras, de vez en cuando encuentro a alguien que cuenta su proceso creativo y éste me interesa. Con los años he ido coleccionando fragmentos de esos procesos de los demás. Van muy bien cuando alguien lo aburre a uno con el relato de sus bloqueos. El proceso que anoto es el de una nueva escritora argentina,
María Martoccia, que escribe a la antigua y a la moderna: a base de observación y fundiendo realidad y ficción. “Para crear mis personajes siempre tengo que partir de un ser concreto, tengo que tener un soporte real. Luego les voy proyectando características que hacen que se conviertan en otra persona totalmente diferente de aquella que me dio el germen del personaje (...) Yo necesito moldear, esculpir sobre una materia dada. Tengo este trabajo que armar, luego voy modificando, recortando. Pienso en el personaje como si viviera: qué le gustaría hacer, cómo se vestiría, qué le gustaría comer. Me acompaña por mucho tiempo, luego lo abandono.”
La sutileza de los detalles.