Quinientos años después de la colonización, un buen número de lenguas indígenas se han mantenido a duras penas sobre la represión y la imposición oficial.
Estuardo Zapeta aborda la Ley de
Idiomas Indígenas que el Estado guatemalteco ha aprobado con el paternalista intento de favorecer las lenguas mayas: “No comparto la tesis de quienes creen que una Ley de Idiomas Indígenas ayuda a los idiomas. No, una Ley de esa naturaleza le creará muchos anticuerpos a los idiomas mismos.
Aquellos que han sido antiidiomas indígenas fortalecerá, con la ayuda del Estado, su argumento, el cual no es nuevo, y Asturias presentaba de la siguiente manera: «[...] Transformar el medio social indígena a base de educación es lo que aconseja el sentido común. Hacerlo pensar. Hacerlo sentir. Hacerlo accionar… Eduquemos al indio en las ideas de solidaridad y cooperación… debe empezarse por enseñarles castellano; enseñar al indio en su dialecto es perjudicial.»” Aunque muy diferente, quizás algo del debate pueda extrapolarse a la península.