Hilario Barrero, que reside en Nueva York desde hace casi 30 años, nos da un paseo por la ciudad cuando todavía el humo de los restos de las Torres Gemelas dificulta la respiración y el ánimo: “Todos sabíamos cómo era el de antes, nadie cómo iba a ser y cómo es el de después. La cicatriz, aunque se cubra seguirá abierta en la vida diaria de esta ciudad. Cada uno de nosotros tiene su historia, conoció a alguno de los desaparecidos o a de los que se salvaron, respiró el polvo de los muertos, se le llenaron los pulmones de humo denso y del olor a hierro retorcido y a destrucción, tuvo dolor de cabeza, ansiedad, tristeza. Cada uno tiene su propia imagen, sus fotografías, su reportaje.”
Una ciudad, cinco barrios, cientos de “pueblos” y dos mil cuerpos achicharrados.