Histeria contra depresión: esa parece ser la diferencia que produce un siglo de horror. Al menos eso es lo que piensa
Rodolfo Moguillansky, que se preocupa por ver cuál es el objeto de atención del sicoanálisis de hoy: ” El desierto emocional del individuo posmoderno es distinto al desgarramiento del sujeto de fines del siglo XIX, luego de la muerte de Dios nietzscheana. Afirma con ironía Lipovetsky: «Dios ha muerto, las grandes finalidades se apagan, pero a nadie le importa un bledo». Los individuos aspiran cada vez a un mayor desapego emocional, a no sentirse vulnerables; tienen enorme miedo a la decepción, entendida como eso que se traduce a nivel subjetivo en lo que se ha llamado «la huida del sentimiento». «¡Si al menos pudiera sentir algo!» es la fórmula que traduce la desesperación de este sujeto posmoderno.”
La subjetvidad occidental, desde los orígenes del sicoanálisis hasta hoy.