El partido gobernante concibe la democracia como un corral en el que la discrepancia se castiga con el insulto y la demonización; la oposición no existe o le sigue el juego. Así las cosas, ostentar un cargo político acerca al agraciado mucho al misterio de la santísima trinidad: “Terrible país: el ministro de Justicia dice que el fiscal jefe de Madrid “está en rebeldía”: en situación jurídica de rebelde. Un presunto delincuente. Un director general de ese ministro dice en la radio que “menos mal que sólo le quedan dos meses” a ese rebelde. Habla como tertuliano habitual, no como gobernante. ¿Es eso posible? Estas escisiones morales de los individuos creen que uno pueda tener diversas acepciones: de un Aznar de expresión brutal se dice que hablaba como presidente del PP y no como jefe del Gobierno. Pero ¿no es una cosa por ser otra? ¿Hay un misterio de uno y dúo?”
El ladrón de bicicletas, de
Haro Tecglen.