Francisco Serradilla, escribe un hermoso texto sobre dialéctica, ecuaciones y convivencia en el mundo: “P y Q discuten en un parque. Adversarios dialécticos, pero hasta la muerte, utilizan todas sus energías para buscar fisuras, puntos débiles, argumentaciones perfectas.[...] En este juego, y si aún le queda libre algo de su capacidad de cómputo, P descubrirá con horror que su interlocutor, cuya inteligencia no es despreciable —de hecho por eso vale la pena discutir—, de seguro se encuentra en su misma posición, a saber, esbozando un modelo de sus propios pensamientos, los de P.”
En el parque.