Carmen María Ramos se pregunta “por qué los padres de esos chicos a todas luces favorecidos (al menos si se lo mira desde el indicador de las necesidades básicas satisfechas) parecerían aprobar la calle como el lugar casi excluyente para la socialización adolescente de sus hijos. Por qué han decidido aceptar, como algo prácticamente incuestionable, los shoppings , las discos y otros lugares públicos como los destinos naturales de encuentro e intercambio nocturno de chicos y chicas que a veces ni siquiera traspasaron la barrera de los diez años. Por qué, a fin de cuentas, convalidan con su actitud permisiva que sus hijos se conviertan en los otros chicos de la calle sin siquiera, aparentemente, apercibirse de ello. ” Prácticamente asocia la decadencia de Occidente a este problema. Y yo no estoy demasiado en desacuerdo con ella.
Los otros chicos de la calle.