En España estamos acostumbrados a oír y leer la palabra “fascista” como insulto y como ataque político. En algunos momentos ha habido quien llamaba a la cordura explicando el significado de la palabra, para nada. Octavio Rodríguez Araujo: “Hay personas con relativa fama pública que deberían de ser más cuidadosas en el uso de conceptos. Hace ya tiempo el escritor Mario Vargas Llosa, por ejemplo, dijo que en México había una dictadura perfecta. Si México hubiera sido una dictadura, perfecta o imperfecta, ¿cómo debimos calificar al gobierno de Pinochet en Chile? ¿México tenía un régimen parecido al chileno? No sólo es irresponsable hacer tales comparaciones, sino que con esos deslices se hace burla de algo muy serio, que cobra vidas y que prohíbe los derechos individuales y las asociaciones independientes, etcétera. Una dictadura es algo muy grave y sus sobrevivientes o los parientes y amigos de las víctimas no aceptarán que se tome a la ligera. Lo mismo diría para quienes consideraron que la represión a una de las marchas del sábado pasado, realizada en la ciudad de México en contra de la guerra, se llama fascismo.” Luego pasa a explicar los orígenes del fascismo en Italia y su funcionamiento como idea de Estado. Es peligroso devaluar el lenguaje; se corre el peligro de quedarse mudo. ¿Fascismo en México?.