Como los grandes escépticos, Mariano Gistaín sigue diseccionando la realidad con un escalpelo herrumbroso y lúcido: “Millones de personas se manifiestan constantemente en todo el mundo y nadie hace caso. Lo más que consiguen es llevarse algún porrazo. La fatiga histórica y el egoísmo básico estandar hacen mella en el pacifismo. A la velocidad que se mueve el mundo -
ansiedad de crucero-, una semana es ya “histórica”. Quince días es demasiado, incluso para una guerra. Para sobrevivir hay que mantener una mezcla cada vez más sofisticada de autismo y management, de rayos uva y fidelidad a la agenda. Todo es “target”. Las crías se gastan casi todo el sueldo en operarse los labios, el culo y los brazos. Los semáforos están tomados por el tercer mundo. [...] El meandro está proscrito.”
Huyendo hacia adelante.