Carmen Castro | 20/03/2002 | Artículos | Moral y Religión
Comentarios
Fernando Fontane T 2002-11-20 22:36
Debe recordarse que ninguna persona es digna de recibir el orden sacerdotal. Es por eso y se nota en el propio ritual de ordenación que es a la comunidad a quien se le interroga sobre este hecho y es ella la que responde. Así lo expresa también la carta a los hebreos: “nadie se abroga tal dignidad”. Por consiguiente el sacerdocio no es una institución humana en la cual deban prevalecer cuestiones de reivindicación de genero o de cualquier otro tipo de situaciones. Eso por un lado, por el otro es preciso recordar que en la Iglesia de Cristo, el mismo Señor recuerda: “quien quiera ser el primero entre ustedes que sea el servidor de los demás”. Esto lo digo porque a menudo se entiende por ciertos defensores del sacerdocio femenino el trabajo de las hermanas religiosas como si fuese una forma de degradación, por lo cual abogan para que ocupen los mismos “puestos que los hombres”. Sin el fin último de todo bautizado es ser santo: (“sean santos como vuestro padre celestial es santo”), y en la historia de la Iglesia hemos visto que no es preciso ser sacerdote (lo cual es una vocación, al igual que el matrimonio y la vida religiosa), puesto que entre los santos de la iglesia se cuentan infinidades de hombres y mujeres, de todas las opciones de vida y profesiones. Cual continuarían siendo los argumentos que dentro de estos parametros justifiquen la ordenación femenina en la Iglesia.
Por otro lado insistir en que cual quiera, sea hombre o mujer que se sienta con el derecho o con los méritos para ser ordenado sacerdote, de salida demuestra que no posee recta intención, con lo cual el sacramento sería invalido.
2002-11-20 22:36 Debe recordarse que ninguna persona es digna de recibir el orden sacerdotal. Es por eso y se nota en el propio ritual de ordenación que es a la comunidad a quien se le interroga sobre este hecho y es ella la que responde. Así lo expresa también la carta a los hebreos: “nadie se abroga tal dignidad”. Por consiguiente el sacerdocio no es una institución humana en la cual deban prevalecer cuestiones de reivindicación de genero o de cualquier otro tipo de situaciones. Eso por un lado, por el otro es preciso recordar que en la Iglesia de Cristo, el mismo Señor recuerda: “quien quiera ser el primero entre ustedes que sea el servidor de los demás”. Esto lo digo porque a menudo se entiende por ciertos defensores del sacerdocio femenino el trabajo de las hermanas religiosas como si fuese una forma de degradación, por lo cual abogan para que ocupen los mismos “puestos que los hombres”. Sin el fin último de todo bautizado es ser santo: (“sean santos como vuestro padre celestial es santo”), y en la historia de la Iglesia hemos visto que no es preciso ser sacerdote (lo cual es una vocación, al igual que el matrimonio y la vida religiosa), puesto que entre los santos de la iglesia se cuentan infinidades de hombres y mujeres, de todas las opciones de vida y profesiones. Cual continuarían siendo los argumentos que dentro de estos parametros justifiquen la ordenación femenina en la Iglesia. Por otro lado insistir en que cual quiera, sea hombre o mujer que se sienta con el derecho o con los méritos para ser ordenado sacerdote, de salida demuestra que no posee recta intención, con lo cual el sacramento sería invalido.