Hace unos días, mi librero se sorprendió de que comprara el libro que me recomendaba, Conversaciones con Picasso, de Brassaï, donde fascina la descripción del ambiente parisino de los 30 a los 50. Mario Vargas-Llosa escribe sobre ese ambiente en
Cuando París era una fiesta, y defiende “la libre circulación del arte y los artistas por el ancho mundo sin la menor cortapisa”. ¿Incluimos al resto de las personas? En fin, que defiende el mestizaje cultural, para lo cual cree (y yo estoy con él en esto) que hay que dejarse de subvenciones y nacionalismos, que al fin y al cabo, siempre acaban matando el arte.