Rafael di Tella: “Pero nadie niega que la devaluación en un país que exporta alimentos genera hambre entre su propia gente. La razón es bastante simple. Una característica distintiva de los pobres es que, en contraste con los ricos, la parte principal de sus ingresos va a parar a la compra de comida. Cuando un país como la Argentina devalúa, el precio de los alimentos aumenta. Esto se debe a que el productor siempre puede elegir venderles a los extranjeros. Si antes había que pagarle un peso por su producto, ahora con la devaluación hay que darle 3,20 para convencerlo de que les venda su producto a los pobres argentinos. Lo perverso es que cuanto más “primitiva” es la canasta de los pobres, más aumentan los precios con la devaluación. Los que compran productos básicos que se exportan directamente, como el maíz, ven multiplicarse sus precios por 3,2.”
Devaluación, hambre y después.