Francisco Serradilla escribe sobre la pérdida de la juventud. Está en edad de hacerlo; tiene más o menos la mía, esa en la que uno ve que ciertas aspiraciones ya no son alcanzables y otras empiezan a serlo, aunque no las queramos. O sí. “En realidad muy pocos murieron, muy pocos se fueron, pero las cosas cambian, no pueden mantenerse permanentemente. Debe ser una ley de la naturaleza: hay que anotarla. Las cosas cambian, y la gente, la gente cambia. Las ilusiones se apagan, se transforman en otras ilusiones mucho más vulgares. Los pocos que mantienen las antiguas ilusiones naufragan aferrados a ellas en un mar de vulgaridad. Se hunden verticalmente en la nada.” .
Aquel tiempo pasado