Y luego de leer a Serradilla, me encuentro con este ensayo de
Tomás Segovia sobre otras nuevas ilusiones, las de un jubilado, por poder empezar a pensar, ahora que se aleja del mundo académico. Es el deseo de pensar, y el deseo de la obra: “Y ya que estamos en eso, ¿no podríamos empezar por ahí? Quiero decir por lo que asemeja y distingue al deseo de la obra y el del pensamiento; o a la obra misma y el pensamiento mismo; o por lo que asemeja y distingue al deseo de pensar y la dicha de pensar; o al deseo mismo y la dicha misma y por inevitable rebote, al deseo de la obra y la dicha de la obra.”
Con los mejores deseos.