Ahora resulta que una de las universidades más elitistas del mundo es una de las más democráticas. Estoy de acuerdo. Porque en ella no entran bolsillos privilegiados ni conexiones, entran cerebros. Y esos cerebros luego se exportan a las escuelas y universidades de todo el país. Apostar por la democracia en la educación significa una voluntad de que cualquier persona, venga de donde venga, pero con los méritos necesarios, tenga un acceso real a la élite. Eso es abrir el abanico de las oportunidades, dejando de lado las clases y los privilegios. Antonio M. Battro escribe sobre la Ecole Normale Supérieure de París:
El mérito y los premios.