Omer Freixa sobre la dinámica histórica de silenciar al continente africano: África entre voces y silencios.
«La trata fue un comercio nefasto del cual, en líneas generales, nadie se arrepintió. Lucrativas ganancias dejaron su sello en la arquitectura de muchos sitios europeos, por no perderse en inventarios de otras clases. Tras arduas tareas, viajes insufribles y horrores indescriptibles los de “rostro de bronce” se ganaron el reprochable título de esclavos, y así se los consideró por mucho tiempo, con un nivel de degradación humana que ningún otro pueblo sufrió al paroxismo en la historia como el africano. En otras palabras, la fórmula se resumió en la idea de que el oriundo de África era el ideal a ser esclavizado porque no tenía nada que ofrecer más que sus fuertes brazos para trabajar en tareas consideradas humillantes para el resto. Recién a finales del siglo XVIII las primeras y minoritarias tímidas voces denunciaron lo infame de ese tráfico. La voz se activó de a poco.»