Manuel Haj-Saleh (que es mi hermano) respira hondo y escribe a El Diario para explicarles por qué se siente decepcionado con una publicidad de Bankia que le ha aparecido navegando por el periódico digital. Periodismo y er mardito parné.
«Sin embargo sí creo que se debe fijar un límite ético a la hora de aceptar publicidad de una entidad o empresa. Creo que aceptar publicidad de empresas como Bankia rebasa con mucho ese límite. A estas alturas no tengo que contarles qué es Bankia ni todo lo que ha pasado con ella en el último lustro, pero por resumir diremos que es una entidad formada por la fusión de la antigua CajaMadrid con otra serie de cajas de ahorro de diverso tamaño, de diversa implantación y con una característica común: un agujero de infarto en sus cuentas. Y otra: han sido los juguetes de distintos gobiernos autonómicos que las utilizaron como sumidero de plata hasta llegar a su situación actual. Por todo ello, Bankia ha tenido que ser rescatada varias veces con dinero de todos y no sabemos si ese dinero se recuperará algún día. En suma: Bankia vive de prestado, y de prestado sigue jugando con los dineros públicos. Por ejemplo, para pagar publicidad en los medios de sus planes de pensiones privados en el mismo día, además, en el que en El Diario aparece esta noticia. Y en un medio cuya labor ha incluido, durante mucho tiempo, informarnos a todos sobre las enormidades que estaban sucediendo dentro de esa entidad. A mí cobrar dinero de un estafador, aunque fuese para mantenerme vivo, me parecería como mínimo poco ético. »