Paco López Barrio lanza una defensa emocionante del diálogo en el cine. Elogio y reivindicación del diálogo.
«gloria swanson
De los actores del cine mudo se suele decir que gesticulaban exageradamente como un residuo de su origen teatral. Y que pasaron a actuar con mayor contención cuando “entendieron”que, gracias a la aproximación del objetivo y a la gran pantalla, el público podía ver sus caras de cerca, sin necesidad de sobreactuar. Sin duda alguna. Pero tal vez no sea la única causa. Sin el apoyo de la palabra la expresión gestual tiende a enfatizarse. Quizá no tanto en las acciones simples tales como moverse de aquí para allá o coger y manipular objetos, pero si en la expresión de sentimientos e intenciones. Quien crea las condiciones para que esta sobreactuación se extinga definitivamente es el sonoro. No sólo porque permite verbalizar, sino también matizar: gritar, susurrar, ironizar, suplicar… cosas que se perciben principalmente en las inflexiones de la voz. Cuando se ha recreado, en una producción moderna, el cine mudo (La última locura de Mel Brooks o The artist) se ha vuelto a la gesticulación exagerada de otros tiempos. ¿Como homenaje al modo de hacer antiguo? Sí, también. Pero además porque, despojados del habla, los actores necesitan, en muchas ocasiones, volver a enfatizar en gestos lo que no pueden decir.»