La escritora Piedad Bonnett habla de las bibliotecas y de los libros como posibilidades de abrir mundos: Una biblioteca: un lugar donde perder la inocencia, sin perder la virginidad.
«Porque todo lector es, en rigor, un buscador. A veces una pregunta encamina la búsqueda de un libro, pero, más generalmente, son los libros los que desatan las preguntas que llevarán a otros libros. Y es así como, de pregunta en pregunta, de inquietud en inquietud, el creyente en el libro va saltando de uno a otro, tejiendo una red de relaciones secretas que, en últimas, lo constituyen. Porque la historia personal de un lector es, en buena parte, la historia de sus lecturas, que, por lo demás, es siempre una historia secreta y misteriosa.»