De los efluvios del cuerpo, artículo de Francisco González Crussí sobre los varios olores que emanamos, su recepción social y algunos casos de personajes históricos.
«Tampoco se crea que un olor corporal repelente es solo el atributo de los marginados, los indigentes o los derrelictos en el océano de la vida. No, los encumbrados y privilegiados están al mismo nivel con aquellos en cuanto al olor de sus personas. Así el poderoso Luis XIV de Francia, el Rey Sol, despedía una terrible hediondez en sus pies. Tanto, que muchos aristócratas dejaron el círculo inmediato del monarca por ese motivo, y Fagon, principal médico del rey, decía de ellos que “habrían llegado a ser perfectos miembros de la corte si hubiesen tenido menos nariz”.»