Arístides Segarra se ha metido en una camisa de once varas de alta calidad: “Otro mundo sólo es posible para autodidactas de lo oculto, que se evaden de la realidad con remedios caseros y cartas adivinatorias marcadas de antemano, que se licencian en populismo metafísico en ciertas universidades de la antiglobalización, pagadas por quienes de forma meditada, razonada y razonable para sus intereses propalan tales formas de antipensamiento: construyen otro mundo, y dejan el presente en manos del azar, cuando no del aznar.” Este discurso anti utópico podría continuar diciendo que cuando no dejan las cosas en manos del azar, cuando se trabaja hacia ese otro mundo, lo que hay es mesianismo. Eso comparado con la idea de que el mundo es el que hay y las cosas se pueden cambiar en él, poco a poco, trabajando duro y cultivando buenas ideas, aunque dudo si siempre buenas intenciones.
Papá, ¿otro mundo es posible?