Puro postureo, el de Jorge Martínez, cuando va a comer un bocadillo a un bar de su pueblo con un libro bajo el brazo. O tal vez no. Bocata de calamares.
«Al final he elegido El Rape (que ya no se llama así) porque era el sitio más vacío y me he apretado un bocata de calamares con mayonesa y una caña en un guiño descarado a Madrid ahora que, dicen, está en decadencia. Obviamente, no he conseguido leer ni dos líneas seguidas porque yo leer solo puedo hacerlo en mi habitación y cuando saco un libro de esas cuatro paredes es por puro postureo, así sea para ir al salón. De todas formas, qué libro, qué libro. Sé cuando tengo algo grande entre las manos y esto lo es. Me noto mejor persona a cada página; más agudo, más seguro, más culto, más mejor. Una pena que no haya sabido nunca escribir reseñas porque con esta sobre lo de Hitchens se iba a cagar la perra.»