Demasiado tiempo y energía que se nos va en sobrevivir, demasiada vorágine consumista en la que caemos y que nos esclaviza con obligaciones de pagar créditos, comprar vivienda o coche; demasiada la competencia profesional y la necesidad de triunfo; demasiada tensión y crispación en el ambiente político y social; demasiadas las injusticias sociales. Y todo ello tiene un coste, que afecta a nuestra vida cotidiana: invertimos en adquirir posesiones y no en cuidar las relaciones de amor y amistad. Y como dice
María Cristina Sanhueza, todo ello afecta a nuestro apetito sexual.
La líbido en crisis. Recuperarlo puede ser un buen aliciente para revisar nuestras prioridades en la vida.