Y pensaba que sólo era yo. No suelo ir al cine porque me aburro como una ostra (pre-Prestige). Rara la vez que voy, casi siempre salgo de malas. Pero hay otros. Está por ejemplo
Daniel Martín, que se queja de algunas películas que intentan ser algo aparte de una historia más o menos bien contada, o que abusan de medios para no contar nada: “El cine cada día, a este lado o allende los mares, es más pesado, más aburrido, más tendente a lo visual que a lo dramático. Y es que parece que se ha acabado el talento para contar historias.” Pero me pasa también que la mayoría de las historias que cuentan ya me las sé. Es como ver un partido en diferido cuando ya se sabe el resultado: en cuanto meten el último gol, apago la tele. Por cierto, también he dejado de leer novelas.
Aburrido hacia los Oscar.