Esta historia nos la conocemos, pero Nayermaster nos la recuerda muy bien. La fuerza de trabajo se paga. Punto. Págueme con narrativa. Vía @VictorMPozuelo
&Laquo;La mayoría de la gente trabaja por dinero. Cuando me hablan de ‘realización personal’ en el trabajo tengo siempre un resorte que me dice que empiezas a saber quién es alguien cuando conoces qué es lo que da por sentado, qué cree que es lo peor que le podría pasar, lo que se puede permitir hacer sin que pase nada, qué es lo que le resulta inevitable y, sobre todo, quién es su padre. Así que si aparte de un mero interés económico una persona puede permitirse algo más en el terreno laboral –la realización personal que decíamos- es que su situación no es demasiado mala, y no que sea especialmente ambiciosa o tenga un carácter más afable o lo que sea. Entonces es cuando alguien muy inteligente decide dar la vuelta a la tortilla y plantear que no es descabellado que el proceso sea justo el inverso: primero ven aquí motivado y realizado, y en algún momento podrás cobrar un sueldo (ojo, no hablo de emprendedores, hablo de asalariados). Después empieza una dialéctica que entremezcla ilusión y miedo: “si no aprovechas esta oportunidad, en el medio plazo bla, bla, bla”. “El mercado laboral está polarizándose y patatín”. En fin, el sálvese quien pueda de siempre ampliamente tratado ya por estos pagos. Y yo pienso que qué suerte poder pensar a medio plazo. Que yo tengo todavía una factura aquí.»