Torturador torturado; no le vendría mal la anécdota a algunos de hoy en día. La cuenta Guilermo: Perillos de Atenas (o cómo si has inventado un aparato de tortura, mejor no lo pruebes contigo).
«Perillos diseñó y construyó un dispositivo llamado “el toro de bronce”. Se trataba de un enorme toro de bronce hueco, con una puerta en el lateral, y en cuyo interior se colocaría a la víctima.
Posteriormente se encendía fuego debajo del toro, el metal se calentaba y el desdichado se asaba vivo. Lentamente. Churruscado. Torreznado. Hasta morir.»