Begoña Martínez cuenta cómo fue el parto de su primera hija. Y es sobrecogedor. La vaca.
«Ya llevábamos allí dos días y empezaba a estar desesperada de verdad, pero más que eso, preocupada. Me habían dicho que en teoría, no puedes pasar más de veinticuatro horas con la bolsa rota, porque puede peligrar el bebé. Hora, tras hora, tras hora, mirábamos el papel continuo del monitor avanzar y acumularse en el suelo. A cada rato pasaba una persona diferente. La ginecóloga del día anterior. Otro ginecólogo diferente, un señor mayor. Una matrona. Un enfermero. Todos miraban la historia al entrar y hacían un comentario jocoso sobre mi historia clínica.»