Juan-José López Burniol encuentra en La España de Quevedo el origen de la España de hoy.
«Han pasado casi cuatro siglos desde entonces, lo que, además de sugerir que España goza de una mala salud de hierro, invita a preguntarnos como comenzó este lamento sostenido que, con escasos intervalos, constituye el acompañamiento de fondo de toda la historia de España. Se ha apuntado con razón que ya Cervantes pareció entrever, con suave amargura, algo triste y dificultoso en la vida española, un como malestar en la vida privada: acaso “aún hay sol en las bardas”, pero ya la calle va quedando en sombra… Pero fue Quevedo el primero que dio cuerpo a esta inquietud “con vehemente y desaforada pasión política y también con hondo dolor de España”.»