Roger Colom se da cuenta de que, involuntariamente, está haciendo una Huelga de consumo, y le gusta.
«Por ahí empezó esta especie de huelga. A veces pienso que para el trabajo me vendría bien una cámara de fotos, pero también me he resistido a comprar una. El trabajo—hacer los libros de la BiPA—parecía pedirme fotografías, y como no las podía sacar yo, las empecé a recoger en la calle, o a bajar, ya hechas y según el tema que me interesara, de internet. Fue después que empecé a tomar notas en torno a una teoría anti-producción de imágenes nuevas, que no de nuevos sentidos para las imágenes que ya existen; y esa cuasi-teoría me condujo a la producción de nuevos libros.»