Odio el reguetón como música, pero ojalá pudiera vivirlo como lo vive June Fernández y defenderlo desde el feminismo como lo defiende. Ole. Si no puedo perrear no es mi revolución.
«En mi perfil de Twitter pone: “Si no puedo perrear, no es mi revolución”. Mi afición por el reguetón es de sobra conocida en mi entorno. En realidad disfruto más escuchando y bailando otras músicas, pero la imagen de feminista que perrea rompe los esquemas, y eso me mola, así que la exploto. Para la gente con resistencias antifeministas, cuestiona el estereotipo de que las feministas vivimos amargadas, de que somos unas ‘malfolladas’ que no sabemos disfrutar de la vida y nos lo tomamos todo a la tremenda. Para muchas feministas, que una de las suyas disfrute restregando voluntariamente su culo contra el paquete del maromo de turno, puede generar un cortocircuito interesante.»