Se murió Amelia y eso dejó a Guillermo Zapata triste y asustado, quizás más allá del propio hecho de la muerte. Amelia.
«Amelía me contaba cuentos de Tarzán y por tanto me enseñó a contar cuentos. Me los contaba con la mano maestra de la tradición oral, como si fueran canciones de jazz, con una estructura común y luego pequeñas improvisaciones. No recuerdo ninguno, como no recuerdo los cuentos que me contaba mi abuelo Pepe, hermano de Amelia, que murió hace ya unos cuantos años. Digo que no recuerdo los cuentos que me contaba mi abuelo en sus detalles. Recuerdo la estructura, no los detalles. Amelia y mi abuelo Pepe me contaron cuentos y me educaron el oído para contar contar cuentos.»