Esto no es más que una entrada de un blog personal. Lo escribe Enrique Ballester y lo escribe muy bien. Por qué ya no escribo de fútbol.
«En otra época hubiera escrito eso, pero ahora no me sale. Y no es pereza, como al principio pensé. Juro que a menudo me digo que tengo que volver aquí, y escribir, más que nada por respeto a mis compañeros de blog, por respeto a mí mismo o algo así. El asunto es grave, primero porque vivo de ello y segundo porque a mí me gustaba mucho el fútbol y me gusta bastante escribir. Pero sobre todo me gustaba mucho el fútbol. Yo creo que a más que a nadie o al menos tanto como a cualquiera. De niño hacía esas cosas que hacíamos todos: cromos, patio, calle, tele, radio, domingo, gol. Básicamente, el fútbol era lo máximo desde que despertabas hasta que dormías, e incluso asomaba entre sueños y pesadillas. Recuerdo ser adolescente, y a mi tío Moncho en el pueblo gritándome que debería tener una teta en la cabeza, en lugar de una pelota, antes de darnos mil duros para que mi primo y yo pasáramos la noche a tutiplén. Lo que no sabía mi tío es que en el cabezón que tengo cabía de todo, eh.»