Mario Gil hace, como siempre, un análisis crítico y constructivo de la última Feria del Libro de Madrid, con muchos comentarios aplicables al mundo del libro en general. Reflexiones al cierre de la feria.
«Uno de los segmentos que han hecho su «agosto» en la feria han sido las librerías generales. Comenzando con un sorteo dirigido que colocó a casi todas ellas en la zona de sombra, y añadiendo su dedicación a disponer de firmas con gancho y tirón, sus cifras de ventas han sido altas, muy altas, en detrimento de una oferta de producto mucho más plural. El espectáculo indecoroso que se ha observado este año, con personajes multimediáticos que mueven mucha gente, ha conllevado que muchas firmas tuvieran más de circo que de acercamiento al autor, en muchos casos el visitante aguarda una cola únicamente para hacerse una foto, es algo difícilmente digerible. Ha habido momentos con algunas firmas que parecía una verbena de barriada. 3.600 firmas es un problema que debe ser analizado con serenidad y buen juicio. Si una caseta tiene al lado de la suya una firma de algún personaje televisivo con tirón la ha fastidiado. Los espectáculos de algunas firmas este año han rozado el esperpento y el ridículo, algunas de ellas han sido indecorosas desde un punto de vista cultural, a esto hay que ponerle coto y buscar soluciones.»