E. J. Rodriguez publica otra entrada de su extensísimo trabajo sobre el campeón americano en Bobby Fischer (V): La máquina de aplastar rivales. De compleja personalidad, inmaduro, imprevisible, genial.
«Aquella racha de siete victorias no solo despertó una gran admiración en los círculos ajedrecísticos sino que provocó que volviesen a crecer las expectativas en torno a sus posibilidades de ser campeón mundial. Cuando Bobby había decidido elevar su nivel en las últimas rondas del Interzonal, ninguno de los Maestros con los que se cruzó pudo arrancarle ni medio punto. Bien es cierto que no habían sido los campeones rusos de primera fila, pero incluso los menos propensos a glosar sus hazañas tenían que admitir que finalmente había un jugador occidental dotado de las condiciones necesarias para convertirse —como mínimo— en una amenaza para la hegemonía soviética»