Víctor Navarro comenta, con un puñado de títulos, la evolución de los juegos en los que tienes todo el poder para crear una civilización desde la nada: Jugar a ser Dios.
«Unos años después, el propio Molyneux le dio un giro retorcido al género que él mismo había inventado y lo cruzó con la estrategia en tiempo real. Ese hijo bastardo se llama Dungeon Keeper y es uno de los juegos fetiche del que firma esto. Dungeon Keeper es un Populous invertido que reemplaza a Dios por el amo de una mazmorra y repite el planteamiento del puntero del ratón convertido en la mano del todopoderoso. Pero aquí es literal: puntero es una mano con el que manoseamos nuestro oro, agarramos a nuestros súbditos, los azotamos y los tiramos donde sea.»