La muerte sin descendencia de Carlos II abrió en España un periodo convulso que sienta las bases del Estado actual. JDJ dedica dos artículos a explicar diferentes aspectos de los violentos aspectos de la sucesión:
«¿Qué preveía el derecho sucesorio español para un caso tan jodido? Pues, concretamente, señalaba que el derecho sucesorio pasaría a los descendientes de los hermanos ya muertas (con las reglas conocidas: primero los que tenían cojoncillos, segundo los que habían nacido antes); si no aparecieren de éstos, sería el derecho sucesorio para los tíos carnales del rey difunto; y, finalmente, si éstos hubiesen fallecido, se seguiría la línea de éstos.
Con estas reglas en la mano, había que darle el trono de España al hijo de María Teresa, la mayor de las hermanas de Carlos II. Y ahí, precisamente, estaba el problema. Porque el hijo de María Teresa, mujer que había sido de Luis XIV de Francia, era el Delfín de la corona del Louvre, Luis.»