Yo todo esto lo solucionaba con un «¡A la mierda!», pero Soledad Gellego-Díaz es más diplomática y argumenta el por qué son absurdos hoy en día los acuerdos económicos con la Santa Sede: La necesaria denuncia del acuerdo con la Santa Sede.
«Es importante aclarar que no hay nada en la Constitución que justifique que la nueva ley obligue a que haya una asignatura de religión, a que sea evaluable, a que exista una materia alternativa obligatoria igualmente evaluable y a que su nota media compute a la hora de pedir una beca. La Constitución se limita a garantizar “el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones”. Se trata del reconocimiento de una libertad, pero no implica la obligación del Estado a dar una prestación.»