Y ahora el carrito. El maldito carrito de los aeropuertos. Joana Bonet, El carrito.
«La escena parece propia de uno de esos programas de cámara oculta que buscan reírse de la torpeza y la ingenuidad humanas. Pero sucede en el aeropuerto de Madrid. Los viajeros, tras diez horas de un vuelo intercontinental, llegan a la famosa T4, cosida de cristal y amarillo, con el razonable deseo de acabar con la ansiedad final del viaje: recuperar sus maletas. Y ahí es donde entra en el plano ese objeto simple pero cuya poderosa eficacia lo convierte en aliado indispensable para depositar un resumen de la casa a cuestas: el carrito. Frente a las filas silenciosamente alineadas de carros metálicos, hombres y mujeres se pelean con su ranura, luchando contra la nada. Observas sus rostros, y en verdad parecen sentirse idiotas por no poder desasirlos de la cadena que los ata. Miran a un lado y a otro, medio ríen de puro absurdo, prueban con todo tipo de monedas, se desesperan… hasta que un operario de Aena les informa de que los carros no van con euros, sino con fichas; sí, como en un casino.»