Adios de Otis B. Driftwood a Constantino Romero, que es a un tiempo un recuerdo del cine y la televisión de nuestra infancia: La voz del padre.
«La voz de Constantino era el padre inundando la estancia, era el cine de la infancia, cuando las versiones originales eran “películas con letreritos” y no nos importaba que nuestros héroes y villanos favoritos tuviesen la misma voz, y en cambio sí nos irritaba cuando en otra aventura al actor le quitaban su voz de padre para ponerle otra que sonaba a niñato malcriado.»