Folletos turísticos e instrucciones que advierten del infierno al que uno viaja. Eso recopiló y glosó Juan Goytisolo ya hace unos años: El último de los turistas ocasionales.
«“Cada empleado entenderá el funcionamiento de su área de trabajo y de los objetivos del hotel de acuerdo con el plan estratégico del departamento…” Trataba aún de recobrar el aliento y se dirigía con expresión risueña al ejecutivo: “Como en el ejército, ¿no? Hace años leí un librito de Von Clausewitz…” Seguía: “Sonreír. Mantener siempre un contacto visual positivo con el cliente…” Este precepto de las Tablas de la Ley, me dijo, fue su perdición. Procuraba mantener el contacto visual positivo con los banqueros y hombres de negocios que ocupaban las suites y habitaciones: sostenía la mirada si la miraban, respondía con otro guiño a quien le guiñaba el ojo.»