Miguel Santa Olalla imagina qué ciudad podría ser “la capital de la filosofía” y propone cinco opciones (e incluso una sexta) Cinco capitales de la filosofía.
Atenas: lo que algunos consideran algún lastre económico y una sociedad entregada a la corrupción moral, es también la cuna de la civilización y el pensamiento. Uno de sus mejores símbolos: la ruina. Recuerdo de la grandeza del pasado, pero reivindicación también de lo que merece ser conservado.
Königsberg: por sus puentes pasó, haciéndose y rehaciéndose toda la filosofía moderna. Entre la orilla del racionalismo y la del empirismo, transcurre la delgada linea del Pregel, un río por el que nadan ideas que todavía hoy siguen animando enseñanzas y conversaciones filosóficas.