Carlos Acevedo en El butano popular: Reino de juventud.
«Privarte de sueño puede provocar que pierdas momentáneamente el don del habla. Es probable que pasadas setenta y dos horas comiences a emitir sonidos incomprensibles. Al notarlo te desesperará la distancia entre lo que piensas y dices (cosa que, llegados a este punto, ya deberías haber constatado). Las sentencias serán perfectas en tu cabeza pero no habrá nada más ridículo para el destinatario: un amasijo de inoportunidades sonoras del todo inconexas (gruñidos, aspiraciones) es el resultado de la frase más simple. Aunque ya estés acostumbrado (o resignado) a la imposibilidad de digerir cualquier tipo de alimento, así como a la jaqueca y los constantes calambres, puede que te sobresaltes: perderás la capacidad de nombrar lo que sea aunque lo nombres.»